El cambio climático constituye una nueva realidad, cuya manifestación más visible, inequívoca, es el calentamiento global, concretado en un aumento de la temperatura media anual del aire en superficie de 0,85ºC, entre 1880 y 2012 (IPCC, 2014). Las proyecciones climáticas anuncian un incremento térmico de entre 1,0 y 3,7ºC para el período 2081-2100, respecto del 1986-2005, con un alto nivel de confianza. La evolución térmica en España ha sido paralela a la planetaria, pero con una tasa de aumento algo superior, en consonancia con su situación en la cuenca del Mediterráneo. En el conjunto de esta la temperatura es en la actualidad 1,4ºC superior a la del período preindustrial de referencia (Cramer et al, 2018).
Respecto a la precipitación, aunque en un planeta cálido la precipitación es, en conjunto, más cuantiosa que en uno frío, por el reforzamiento del ciclo del agua, la dinámica atmosférica dará lugar a la reducción de la lluvia en amplias zonas subtropicales, incluidas las áreas de clima mediterráneo, y tropicales. Aunque hasta el momento la cantidad media de precipitación en gran parte de España no muestra una tendencia general estadísticamente significativa en un período secular, sí que se han producido cambios apreciables en el régimen pluviométrico estacional, con la propagación hacia el interior peninsular del máximo pluviométrico otoñal propio del este ibérico a costa del máximo primaveral (De Luis et al, 2010), lo que tiene efectos negativos en los cultivos de secano. Las proyecciones climáticas para España estiman reducciones de entre un 7% y un 14% para 2070-2100 y los RCP4.5 y RCP8.5, respectivamente, con referencia al período 1961-2000, con un cierto grado de incertidumbre (CEDEX, 2017). Igualmente, se producirán aumentos generales de la ETP y mermas sin excepción en la recarga de los acuíferos. Los descensos de la escorrentía estarán comprendidos entre un 13% y un 24%, para los mismos períodos y RCPs (CEDEX, 2017). En conjunto, cabe esperar una apreciable reducción de recursos hídricos, más intensa hacia el sur peninsular y en los archipiélagos, no solo por la reducción pluviométrica, sino en especial por el aumento térmico.
Entre los riesgos del cambio climático en España, sobresalen las sequías y las olas de calor, las primeras con mayor afección, en un principio, en el campo y las segundas, en las ciudades. Cabe esperar rachas secas más duraderas y, quizás, un cierto aumento del Concentration Index (Martin-Vide, 2004), o mayor peso porcentual de los días más lluviosos en el total anual.